Calle Recoletos 5, 28001 [www.almounia.es]
Entrar en Marruecos sin salir de Madrid
Madrid encanta porque aunque pasen los años no para de sorprenderte. Siempre hay algo nuevo que hacer, que probar o que ver. Muchas veces no es algo nuevo, sino algo que lleva ahí toda la vida. Te preguntas: ¿Cómo es posible que no supiera que esto existía? ¿Cómo es que he podido pasar por esta zona durante años sin percatarme de esta joya? Pues así, tal cual, es lo que nos ha pasado hoy.
Ernesto ha insistido en comer en un restaurante árabe, así que hemos investigado un poco y este nos llamó mucho la atención: “referente de la gastronomía marroquí en Madrid”, decía. Ciertamente sirve platos populares de la gastronomía magrebí, algunos de ellos de origen bereber, pero para mí lo más impresionante de todo fue el local en sí mismo.
Se llama Al-Mounia y se encuentra en la calle Recoletos –ojo que he dicho calle y no paseo, que son dos cosas diferentes–, en el barrio de Salamanca, junto al famoso Pelotari. Se trata de una especie de palacete marroquí –el interior– que te transporta a otro continente –al norte de África– en cuestión de un pestañeo. En concreto, a mí me ha hecho recordar un viaje a Marruecos (2008) que me dejó encantada.
El restaurante lleva casi 50 años ahí, cincuenta! Y nosotros sin saberlo… Abrió en 1968 tras tres años de trabajo de artesanos marroquíes que dejaron un hermosísimo artesonado, unos bellos mosaicos, ventanas, lámparas, alfombras, cortinas y arcos. Entrar al local ya es comenzar a disfrutar sólo con la vista, que hace juego con la ropa que sirve de uniforme a los camareros: camisas típicas bordadas en las mujeres, y los hombres llevan fez o tarbush –gorro o sombrero rojo típico del norte de África–. Le acompaña una música árabe perfecta para ambientar el lugar y activar el segundo sentido: el oído. No se tarda nada en activar el olfato, el tacto y el gusto, por ese orden.
Las mesas son otra maravilla: mesas bajas con bandejas metálicas como superficie de apoyo rodeadas de sofás y cojines. Ciertamente puede no ser lo más cómodo al no estar habituados, pero hay que abrirse a nuevas experiencias. La vajilla también tiene su punto, un diseño propio y colorido con el nombre del restaurante grabado, como podéis ver en las fotos.
De aperitivo nos trajeron mini albóndigas de cordero en salsa de tomate y unos pequeños cilindros de hojaldre crujiente relleno de pollo, acompañados de unos bollitos de pan con semillas de sésamo, todo delicioso –incluido en el precio del cubierto: 3,00€ por persona–.
Para compartir pedimos una pastella farci –16€–: una especie de pastel caliente de hojaldre muy crujiente relleno de un guiso de pollo, almendras tostadas y especias. Por encima se espolvorea con azúcar glas y canela; una combinación dulce-salada muy agradable con un intenso aroma. El mejor plato de todo el día, sin duda, que muy amablemente nos trajeron ya cortado en tres porciones desde la cocina, para compartir. Luego probamos tres platos principales: tajine de ternera con ciruelas –22€–, tajine de pollo con almendras –16€– y asado bereber –27€–.
El tajine es un guiso a base de proteína especiado con el famoso ras-el-hanout, mezcla de unas 30 hierbas y especias como pimienta, comino, nuez moscada, cardamomo, canela o jengibre, entre otras; es la clave de la cocina árabe. El tajine, que se sirve en cantidades generosas, se emplata en un recipiente típico de barro con forma de cono que lleva el mismo nombre del plato, igual que pasa con la paella. El asado bereber es un trozo de cordero acompañado con dos tipos de ensalada: una más común de lechuga y tomate y otra más local de tomate, pimiento verde y pepino.
Para terminar tomamos dulces típicos marroquíes de almendra que llegaron transportados por un clásico carrito de postres para elegir –3,50€ cada uno–. Nosotros probamos el cuerno de gacela –más compacto y seco, con agua de azahar–, y hojaldre de canela y azúcar –más crujiente y jugoso, relleno de crema de almendras y espolvoreado con azúcar glas y canela–. Nos quedamos con ganas de probar el hummus, las brochetas, el cous-cous y el té verde a la menta.
Pros
Su colorido ambiente ciertamente merece una visita, bien para comer o aunque sea para tomar un té y simplemente disfrutar de la decoración. Es el restaurante de cocina árabe más antiguo de Madrid, eso también merece ser destacado. Finalmente, te permite disfrutar con todos los sentidos de la experiencia de cambiar de continente simplemente cruzando una puerta, sin salir de Madrid. Y ya si vais en viernes o sábado lo bordáis, pues esos días hay espectáculo de danza del vientre, perfecto para completar la experiencia árabe.
Contras
No es un sitio económico, pero es un capricho de esos que tenemos que darnos de vez en cuando simplemente porque la felicidad está compuesta por momentos como este. Igual si aprovechas una oferta de alguna página como eltenedor o atrápalo consigues un 30-40% de descuento que viene estupendo. El ticket medio ronda los 40-50€ por persona, con el descuento baja a 25-30€.
Como siempre, os dejamos su página web, Twitter y Facebook. Para reservar podéis llamar al 914 350 828. También podéis comentar al encargado que lo habéis conocido a través de La Gastronófila.
¿Te ha gustado lo que has leído? Compártelo en las redes sociales con el hashtag #lagastronofilarecomienda para que tus amigos también puedan encontrar el sitio ideal para comer o cenar esta semana ¿Crees que debemos corregir algún error o aclarar algún punto, quieres invitarnos a probar un sitio o simplemente quieres contarnos tu experiencia? Escríbenos un mail a lagastronofila@gmail.com. ¡Gracias!
Me han hablado un montón de este restaurante, tengo que ir a conocerlo