Rosi La Loca: Cócteles y tapas para compartir en Sol
Calle Cádiz 4 | www.rosilaloca.com
En Madrid han convivido y conviven una gran variedad de personajes, algunos reales y otros ficticios. Uno de ellos se llama Rosi, y está de remate. Vive en la Calle Cádiz, a pocos metros de la Puerta del Sol. Su casa se ha convertido en una taberna abierta a todo público: local y extranjero.
Para encontrarla, solo hay que subir por la calle Carretas y girar la primera a la izquierda. Una inconfundible fachada de coloridas flores gigantes y unos camareros con camisetas de estilo hawaiano os guiarán. La diversidad está presente en sus camareros –majísimos por cierto– y también en su propuesta gastronómica. Una apuesta segura por el centro es una tarde entre amigos con unas tapas y cócteles de Rosi.
Ella es una mujer madrileña atemporal: unos la describen como una muñeca pin up de los años cuarenta, otros dicen que fue la amante de Inclán, mientras que alguno dice que parece una chica Almodóvar actual; pero eso sí, todos coinciden en que es una buena cocinera.
Para nosotros el espíritu de este lugar es más bien una versión ibérico-tropical de Alicia en el país de las maravillas. No es que lo diga yo, es que lo sugiere el vestido azul con su lazo y plumas de pavorreal, el tocador junto a él, los cubiertos gigantes que sirven de decoración, las mariposas, flamencos y aves varias que pululan por todo el local, el árbol que está al fondo de la planta baja –recordareis que Alicia aparece subida en un árbol de este estilo en las primeras escenas de la peli, antes de llegar al país de las maravillas – y, por supuesto, todas las flores y floripondios que hay desde la entrada hasta el suelo de la planta baja.
Nuestro lugar favorito es su reservado: un espacio más íntimo y silencioso, con una mesa redonda ideal para unas 6-8 personas y una pared muy hipster tapizada con flamencos. Volviendo a la comida, según la capacidad de cada estómago y el interés por probar diferentes platos, se puede pedir formato de tapa o de supertapa. Ojo que lo que llaman tapas son porciones más generosas que una tapa normal, ideal para compartir.
Como buen sitio para turistas tiene paella, sangría y croquetas –no lo neguemos, es lo que buscan muchos–; y como buen sitio para madrileños tiene tapas variadas de calidad y a precios ajustados –que es lo que buscamos los de aquí, aunque tampoco neguemos que nos encanta un buen arroz–. Así, resulta perfecto para todos, fusionando muy bien lo clásico de la gastronomía española con un buen toque moderno y foráneo.
Su carta es corta, cosa buena aunque algunos piensen lo contrario. Eso garantiza que todo esté fresco y bien hecho. Como pasa con esas finísimas y crujientes chips de berenjena frita bañadas con miel de caña de Frigiliana (3€), de la única fábrica de miel de caña –más bien melaza– que existe en Europa actualmente –en Málaga, Andalucía, para ser más concretos–. Absolutamente deliciosas.
A eso le siguieron unas patatas gajo con piel bañadas con alioli de chipotle y cilantro (3€), recomendación especial, muy bien hechas y suaves por dentro. Llevan un toque ligero de picante que deja una sensación de picor en la boca incluso después de comerlas. No os asustéis que es un punto justo de picante muy agradable.
También probamos el tendedero de sardina ahumada y pico de gallo (6€). Bastante original, con un pequeño show en sala –característica también en otros platos como la burrata o el pulpo– ya que las sardinas reciben un golpe de fuego delante del cliente al ser flameadas con ayuda de un soplete. La mezcla de la lechuga, el pico de gallo y la sardina es buena, aunque quizás las hojas de lechuga quedan un poco cortas como para envolver todo y comerlo mejor, como un burrito.
De plato principal probamos el solomillo de cerdo con salsa de queso de cabra, chips de batata y compota de manzana (6€). Muy buena combinación de sabores. De postre, una tarta de queso hecha al revés (4,50€): en copa de Martini, con mermelada de frutos rojos en la base, un mouse de queso crema y galleta triturada por encima.
Nos quedamos con ganas de probar varios platos con muy buena pinta que vimos pasar varias veces: las paellas, el bavette de ternera a baja temperatura, la pechuga de pollo o la patita de pulpo ahumada, por ejemplo. Lo que si llegamos a probar fue uno de sus cócteles muy bien presentado y decorado, además de rico. Probamos el Pacano Fizz –con maraschino y licor de Arrack, acompañado por una nube flameada–, pero el Rainbow Bag –con Vodka y fruta– también tenía muy buena pinta: ambos muy instagrameables.
¿Qué mejor que ir tú mismo a probarlo y contarnos que te ha parecido? Como siempre, os dejamos su página web, Twitter, Instagram y Facebook. Para reservar podéis llamar al 915 326 681. También podéis comentarles que lo habéis conocido a través de La Gastronófila.
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